martes, 12 de noviembre de 2013

Temores


Leí a Susana, y pensé: "¡no tengo miedo!" A nada, excepto, claro, a lo que tengo miedo... Todos, por supuesto, tememos algo. Hace años, yo temía una cosa, otra, alguna más, y otra menos pero también. Luego mi vida se fue poniendo monotemática, y la pluralidad de miedos se dispersó para concentrar mi capacidad temorífica en el asunto alrededor del cual estuve orbitando. El temor concentrado creció, adornado con crisis de angustia... hasta que se presentó el monstruo. Y se acabó el miedo. Quedaron los efectos del susto, pero se acabó el miedo. En realidad no es cierto porque quedó un chorrito de miedo que mantiene el hábitat para el gran temor; pero el gran temor no está... Y los miedos que había antes y se dispersaron: tampoco

No es que yo sea ecuánime: me dan miedito los puentes peatonales de metal y los perros bravos. Pero eso no me impide nada; esos mieditos no cuentan.

Silvia Parque

4 comentarios:

  1. Aprovecharé aquí para profundizar en el tema. Lo que decía Susana ambas lo sabemos porque le hemos comentado, y quien desee saberlo tiene el enlace.
    Yo le comentaba que no se puede vivir así, que eso no es vida y creo que ella lo ha interpretado quizás como falta de empatía.
    Precisamente porque yo tengo muchos miedos, le digo lo que le digo, porque tiendo a anticiparme a los problemas y desgracias que pueden venir, o no venir y hasta obsesionarme con ellos. Miedo a la enfermedad, a que a mi hija le pase algo, a que mi situación económica empeore aún más, a que me abandonen...todos esos y más.
    La diferencia es que yo lucho contra ello, he aprendido poquito a poco que eso no me lleva a nada más que a angustiarme y coger ansiedad, y a parar esos pensamientos en cuanto quieren entrar a joderme la vida, se trata de no dejar que se instalen, no darles vueltas recreándose en ellos, enseguida obligar a tu mente a cambiar el chip. Requiere esfuerzo consciente y voluntad, es un ejercicio que con la práctica cada vez cuesta menos hacer, pero hay que ponerse a ello.
    La experiencia también me ha ayudado, cuantas veces después de días de angustia y zozobra, un problema se ha solucionado por si solo, porque no era tal y no llegó a presentarse o porque surgió la manera y la oportunidad de soventarlo, y sin embargo yo ya me he comido los días de ansiedad pensando en él ¿no es absurdo?
    Al final como dice BeBe - si tó tiene solución menos la muerte - Al final, una de las grandes frases que yo me repito constantemente - Si tiene solución ¿porqué te preocupas? Si no tiene solución ¿porqué te preocupas? - Sobre la marcha, no vale la pena anticiparse ni a lo bueno ni a lo malo que vendrá.
    Besitos

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    1. Estoy de acuerdo contigo. Los miedos están por ahí guardados y si los sacamos, los acariciamos, los alimentamos, pues crecen; si tratamos de entender la verdadera dimensión de la situación a la cual refieren, y "cambiamos de chip", como dices, pues se van haciendo menos presentes, y si están menos presentes: está claro que están menos.
      Además, creo que es posible deshacernos de los miedos que no nos dejan vivir, conservaremos algunos miedos normales, sanos; si no temiéramos un piquete de araña venenosa cuando la vemos, no nos podríamos proteger. Pero los miedos a los que nos hemos referido son de los que no nos ayudan a protegernos, al contrario. Estos miedos no "tienen que estar", podrán dejar ahí su germinadito porque ya se nos instalaron, pero podemos arrancarlos a cada rato, no darles hábitat para que crezcan.
      Yo digo...
      Besitos :)

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  2. No pensar en algo no quiere decir que no lo temas. Sólo que prefieres ignorarlo. Un beso.

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    1. Claro, pero sería como si dijéramos que no pensar en alguien no quiere decir que no le ames. Estaría raro: si le amo, le pienso; si no le pienso, nunca, ¿le amo? En el fondo del corazón, sí, pero es un amor, como "no activado". Así pueden estar los miedos, están ahí en el fondo, pero no tienen que estar "activados".
      Un beso.

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