Recuerdo entrañables conversaciones con uno de los señores del asilo en el que hice prácticas profesionales, deliciosos ratos llenos de las imágenes de la plática del velador de la universidad, trayectos de lo más amenos con mi taxista de cabecera. Ni qué decir del trío de brujas que me enseñó el mundo de poder hacer... Ahora van tomando espacio las conversaciones públicas a través de las redes o del blog...
Creo que la edad cuenta. Entre más años, más cosas por contar, y usualmente más ganas de hacerlo.
Silvia Parque
Ayer justamente pensaba en esto, y que lindo es cuando apenas conocés a alguien y te toca compartir varias horas de viaje y encontrás que se puede conversar, de un "tema" o de nada en particular, sólo por el placer de conversar, algo que en ocasiones se hace extrañamente difícil con las personas más cercanas.
ResponderEliminarUn abrazo Silvia!
Sí, es una fortuna encontrar a alguien con quien por una situación te toca compartir el tiempo, y que se compartan puntos de vista, anécdotas, es como conocer el mundo, precisamente como viajar... y lo dices bien: "se hace extrañamente difícil con las personas más cercanas"... será que esas personas te conocen en tanto hija - hermana - prima - etc. Por ejemplo, me he encontrado conversando sobre "temas" mucho más con mis cuñados que con mis hermanas, con ellas apenas se da eso, y con ellos fluye naturalmente: una persona X y una persona Y conversando; supongo que con los cercanos hay que despojarnos de la idea que tenemos de ellos y ellos de la idea que tienen de nosotras, para que entonces seamos los que somos, y hablemos...
Eliminar¡Un abrazo, MC!