sábado, 22 de diciembre de 2012

La silla como todo en el mundo

Mi silla es pequeña y dura; es una silla en versión básica: elemental. La hizo algún carpintero con madera de pino, y el artesano de la casa decoró una de las tablas del respaldo con dos hojas de árbol, y cubrió todo de laca.

A nadie le parece cómoda. Es incómoda y fría. Pero es del tamaño para mi cuerpo y es buena para sentarse en ella a trabajar. Si fuera cómoda, me pondría cómoda y querría solo husmear en las entradas viejas del blog de Inmagina, en lugar de aumentarle reactivos a la lista de reactivos que será mi regalo de año nuevo para el mundo. Además es muy bonita, haciendo juego con la mesa-escritorio-de-trabajo, también de pino y laqueada.

Ahora que... la silla del lugar en que me pagan por hacer lo que hago por mi cuenta en esta sillita, es confortable y apta para girar en ella cuando una se está concentrando. Y ahí trabajo... cómoda; aunque sin posibilidad de subir los pies, como acá que tengo otra silla -enfrente-, para tal efecto.

Pura falta de perspectiva; de visión. Si lo que quiero es una silla que no produzca la tentación que produce un reposet, podía pedir una buena silla para oficinista; pero no: pido una silla incómoda. Y al cliente, lo que pida.

Silvia Parque

2 comentarios:

  1. Ayyyyyyy! que me había perdido yo esto, que he tenido unos días liadillos, que lastima, menos mal que lo he visto aunque sea tarde.
    Que bonito lo que has dicho Silvia, una de las formas más bonitas en que me han dicho que es agradable leerme.
    Muchísimas gracias

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    1. No hay de qué, Inmagina, si es lo que es :)
      ¡Besos navideños!

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