Ayer empecé a leer Don Quijote, y me di cuenta de que hace unos doce años, fui víctima de una estafa. Había intentado leerlo en una edición del gobierno del Estado en el que yo vivía. No me gustó. Llegué como a la página tres. No le entendí, y no me gustó. ¡Pero no era esto que estoy leyendo! Esto es difícil de interrumpir: es claro, entretenido y da gusto cada frase.
Sé que hay versiones cortas, adaptadas, etc. Pero aquella no tenía advertencia al respecto.
Ya decía yo que no se podía esperar mucho de una portada en color-propaganda-estatal.
¿O qué habrá sido?
Silvia Parque
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