Este pastelito huele como para que el puro aroma sea la cena. Las vueltas del merengue, vestidas con jarabe de chocolate y un toquecito de color naranja, anidan una cereza de rabito largo. En el colmo del exceso, el chocolate atraviesa el papel-estructura que lo sostiene, manchando el recipiente.
Se lo compré a una jovencita agradable. Dijo que no tenía conservadores ni colorantes artificiales y que había empleado la mitad del azúcar que lleva "el original" (no sé cuál sea el original). Me convenció.
Silvia Parque
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