No nos gusta la tristeza de los otros. Apenas la soportamos. Si la persona no nos interesa, queremos apartarnos; si nos interesa, queremos quitarle la tristeza. Somos prontos para el consejo, para esclarecer una razón que apacigüe la emocionalidad.
A pocos se les da eso de acompañar la tristeza, de consolar.
Debe ser un mecanismo adaptativo; tal vez prevenga el suicidio y reduzca la ineficiencia del triste.
Silvia Parque
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