miércoles, 16 de noviembre de 2011

Silvia sabe fallar

Foto de Hans Herwitz, su historia ACÁ.

Junto con volverme desfachatada, me aficioné al fallo. A veces, las cosas no salen como debieran, casi siempre porque no hice algo que debía o no lo hice de la manera en que convenía hacerlo; pero suele ser una pérdida mínima: un buen precio para el rato de ocio o de compañía que gano a cambio.

La paso bien entrando al mundo del término medio; no me preocupo porque el linde con la mediocridad me pueda situar en una posición de riesgo para el trabajo; me interesa ser buena en lo que hago porque de ahí salen posibilidades para seguir dedicándome a lo que me gusta y para estar cómoda -y en menor medida porque personas que me interesan se benefician de que yo haga bien las cosas-.

Así y todo, fallar trae consecuencias: a veces habrá un fracaso; hay que mantenerlos bajo control, pero ya que están ahí, algo se podrá sacar de ellos. Creo que somos humanos por el fallo y el fracaso, más que por otras cosas.

Teresa de la Parra escribe que Mamá Blanca escribe:
[...] junto a las debilidades, poco a poco, han venido sumándose los fracasos, los cuales me siguen también con cierta fidelidad  y con regocijo un tanto irónico. Yo no los reniego. Salieron de mí espontáneamente. Al igual de mis hijos y mis nietos, son mi obra y son mi descendencia: ¡que me sigan siguiendo y que Dios los bendiga a todos! (UNESCO-CONACULTA, p.67)
Silvia Parque

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