lunes, 30 de septiembre de 2013

Recibiendo a la vida

Dicen que los bebés mueven al mundo. Lo que es evidente es que mueven a las personas, a las familias (ablandan abuelos, por ejemplo; enderezan caminos cuando la gente se deja).

Hace poco me enteré de que viene en camino un bebé muy inesperado, a una vida en la que hacía mucha falta; me dio mucho gusto y recordé que Dios pone a los bebés donde se necesitan. Mucho más inesperadamente, me encontré con una bebota que no sé si fue esperada o no, pero sé que fue muy deseada en el corazón de su mamá, y asimilé que Dios nos incluye a todos, de manera comprensible o no, en el plan perfecto de dónde ha de formarse una vida nueva. Antier, como estrella en el árbol de navidad, como cereza en el pastel, supe que en una pancita muy querida se hornea un(a) bebito(a) que estuvo siendo llamado por un montón de oraciones y que es motivo para lo bueno en numerosas personas que le amamos; me faltaba asumir en paz que Dios -la Vida- tiene sus tiempos, que son "el" tiempo, siempre justo.

Silvia Parque

domingo, 29 de septiembre de 2013

La trascendencia del límite: el trabajo en el trabajo

El viernes hice algo trascendental. 

El jueves recibí una solicitud en el trabajo, que implicaba dedicarme esa jornada y la del día siguiente, a lo que prefiero hacer. No en las condiciones en las que preferiría hacerlo, pero lo que prefiero hacer. Para contextualizar lo trascendental de mi acto, hay que decir que me fue sugerida una asociación entre tal actividad, y la consecución de un puesto que me convendría. 

El jueves requerí salir temprano del trabajo para hacer un trámite, pero repuse las horas en casa. De cualquier modo, al final del viernes no había llegado ni a la quinta parte de lo que me fue encomendado. No es que sea especialmente lenta, a juzgar por lo que otras personas tardan en hacer lo mismo; era demasiado para dos jornadas... podía terminar saliendo tarde y trabajando el fin de semana; pero abandoné la tarea a mi hora de salida del viernes.

Me dio pena porque las personas que debían entregar el trabajo se quedaron en ello, y creo que contaban con mi colaboración. Sentí culpa porque había una razón que hacía necesario que la cosa quedara lista. Pero al trabajo hay que ponerle límites para darle espacio a lo que no es el trabajo. No faltan razones de peso para quedarse un rato más o llevar tarea a la casa. Nunca va a ser un buen momento para decir que lo lamentas, pero tienes planes -cualquiera que sea el plan-. En mi caso se añade la dificultad de que me gusta lo que hago y en este caso en particular, era una de mis actividades favoritas; pero seis horas son suficientes para una actividad de ese tipo, por favorita que sea. 

Así que dejé el trabajo en el trabajo. Y dejo al mundo rodar.

Silvia Parque

Aniversario de vida

Me han dicho que después del cumpleaños, siguen 52 días que son la etapa más a nuestro favor del año: el mejor tiempo para lograr cosas y para que lo que pase, sea para bien.

Estaré atenta.

Silvia Parque

jueves, 26 de septiembre de 2013

Hay que hacer lo que hay que hacer

Vamos adquiriendo compromisos identitarios a lo largo de la vida, a partir de lo que otros han entendido que somos; de esos compromisos se desprenden "deberes". Pero podemos abandonar esos deberes y compromisos y dedicarnos a hacer lo que nacimos para ser.

Cito, de "Durmiendo con un pan":
Por eso, para vivir el resto de tu vida plenamente y para disfrutarla más, a lo mejor quieres imaginar que tienes setenta y cinco años y que estás muriendo. ¿Por qué cosa estás agradecido? ¿Por cuál menos agradecido y quisieras haber hecho otra cosa diferente en tu vida?

Silvia Parque

Limitar el derecho a apestar

Sostengo una postura política de reivindicación de los olores corporales. Tal vez más personas tendrían más y mejor sexo, si dieran mayor posibilidad a la química de sus cuerpos, de hacer lo que les toca. Pero eso es lo de menos. Creo que es humano, por ejemplo, sudar, y natural que entonces, haya olor a sudor; de igual forma, más o menos cada mes, la mujer que está en edad de tenerla, tiene su menstruación, y entonces olerá a flujo menstrual. Desprecio la necesidad de que todo sea inodoro, pariente cercana de la necesidad de que todo sea aséptico, y pariente lejana de la necesidad de que todo sea sano/puro. Acepto que a veces esos olores que originalmente no tendrían por qué ser interpretados como "malos", pueden ser intensos, y que si no hay higiene, pueden tener relación con procesos de descomposición orgánica, ambas cosas, causa de que acabemos nombrando "malo", a un pobre olor que no es más que lo que puede ser... como en todo, es cuestión de parámetros.

Una pregunta sustancial de mi postura, sería: ¿por qué todos, siempre, habríamos de oler bien? Algo a veces está fresco y a veces no. A veces huele bien, a veces no (a veces apenas huele). Pero apestar es otra cosa. El mal olor en grado de peste, es algo que a veces pasa, por situaciones extraordinarias. Pero no se vale vivir apestando. Salvo que la persona apestosa viva en condición de indigente marginal -porque hay de indigencias a indigencias-: no se vale. Creo que es algo distinto al hecho de elegir vestirse de maneras que los demás consideren desagradables; la peste puede causar náusea. La vehemencia que expreso servirá para ilustrar que no me refiero a malos olores a secas: me refiero a la clase de peste que contamina un espacio de veinte metros cuadrados. ¿Qué hacer en ese caso? De estar en un espacio público, abierto, como el parque,  no hay más que respetar la peste del otro, y jodernos la expectativa de un rato donde queríamos estar; así es la vida: aunque yo llegue primero, si ha llegado quien apesta y no me gusta, tendré que irme. En el espacio privado no hay qué pensar: una recibe en su espacio privado a quien quiera, y una huele a lo que quiera en su espacio privado -si es individual-.

Pero, ¿en el espacio semipúblico? Por ejemplo, nada más porque sí, no porque me haya impactado ningún estudiante: ¿cómo se debería manejar el asunto en una universidad? Yo creo que habría de aplicarse una política de respeto a las narices de todos.

Silvia Parque

De un lado u otro del procedimiento

El procedimiento -cualquier procedimiento-, como todas las cosas, siempre se ve diferente de un lado o del otro. Cuando te toca estar de un lado y del otro, ya no puedes molestarte -o no puedes molestarte mucho- con las ineptitudes o gilipolleces de quienes por un momento están de un lado que no es el tuyo.

Si comúnmente nos reconociéramos en el otro, nos trataríamos mejor.

Silvia Parque

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Las pequeñas cosas hacen que todo esté bien

La mayor parte de mi acomodo en la vida tiene que ver con actos y objetos ordinarios con los que me doy gusto. Tales pequeñas cosas revelan su importancia cuando la vida se descompone. Los problemas pueden ser enormes, los duelos pueden ser dolorosísimos: pero ahí está el buen café aromático, ahí está la sensación de ser envuelta por sábanas y cobijas limpias, ahí está el saludo amable.

Gracias a que la vida es nada más el momento que transcurre, esas pequeñas cosas pueden hacer que todo esté bien. Si nos damos más de ellas con dedicación, no puede más que instalarse el bienestar, esté pasando lo que esté pasando. Acostumbrarnos a pasarla bien crea condiciones de posibilidad para las cosas buenas más importantes.

Silvia Parque

lunes, 23 de septiembre de 2013

Se hace lo que se puede


Nos equivocamos usualmente en las mismas cosas; creo que son esas cosas de las que nos complacemos en advertir que "somos malos", para desembarazarnos de la responsabilidad de hacerlas bien (responsabilidad
de la que yo paso).

Muchas veces, en cosas pequeñas y salteadas, nos equivocamos en lo que no solemos equivocarnos. Esta reiteración de nuestra falibilidad puede traer consigo sentimientos e ideas interesantes, que nos hacen aprender sobre nosotros mismos y nuestra condición humana.

A veces también, de tanto en tanto, cuando pasan cosas que nos desestabilizan, entramos en racha de error. Apenas corregimos una falla, notamos que hemos echado a perder otra cosa, más importante que la primera; cuando notamos el tercer error de la mañana, estamos a punto de tirar la toalla pero se nos pide hacernos cargo del error del día anterior, que convenientemente habíamos olvidado.

Silvia Parque

Dice el papa

Leí ESTA entrevista realizada al papa Francisco. Con la respuesta a la primera pregunta, que aparece en la tercera página, sentí ganas de llorar. Solamente iba a hacer una lectura a vuelo de pájaro, porque estaba ocupada con otra cosa, pero ya no pude dejar de leer.

El papa responde con una inteligencia lúcida, a mi entender inspirada por el Espíritu Santo. Yo recibo y acepto su mensaje más que con gusto, con alivio. En este papado, más que nunca, va a tener aplicación el dicho ese de que hay quienes son "más papistas que el papa".

Siendo una persona que no es pero fue católica, es común que me relacione con otras personas que tampoco son católicas pero que lo fueron -lo esperado en México-. He escuchado de su parte, críticas a sacerdotes, monjas o jerarcas religiosos, que creo que no tienen sentido en tanto son críticas respecto a lo que a esas personas les corresponde ser. Otras muchas e importantes críticas sí tienen sentido; pero no las que le piden peras a un olmo con letrero de "olmo".

Silvia Parque

Durmiendo con un pan

La lectura de "Durmiendo con un pan", escrito por Dennis Linn, Sheila Fabricant y Matthew Linn, ha sido un gran regalo para mi vida. Los autores proponen algo muy sencillo: examinar qué es lo que más agradecemos y lo que menos agradecemos. Alrededor de esta propuesta giran valiosas ideas.
Porque el propósito de nuestras vidas está incluido en todas las células de nuestro cuerpo no necesitamos mirar muy lejos para encontrarlo. Podemos encontrarlo mirando muy cerca, todas las pequeñas cosas que nos dan consuelo y desconsuelo.
Es un breve texto alentador que me ha dejado la impresión de ser cabalmente comprendida, en el sentido más amplio de la palabra. Es un librito que consuela. Seguir sus sugerencias prácticas cambia el panorama de forma inmediata.

Silvia Parque

domingo, 22 de septiembre de 2013

Para vivir

En ESTE documental sobre la longevidad, que hace énfasis en la dieta de las personas que han conseguido cumplir muchos años, aparecen también otros elementos de su estilo de vida. Llama mi atención lo que se refiere al sentido de vida:
Todos los centenarios que he conocido aquí [...] tienen una especie de razón para vivir [...] algo como una fuerza que les hace levantarse de la cama todas las mañanas.
Silvia Parque

De la utilidad del ruido de fondo para trabajar

Un fondo de ruido con sentido hace mi trabajo agradable y eficiente. Mejor con programas de gente hablando, que con la gente en el mundo material o con música; mejor con documentales, que con películas o episodios de series. Si trabajo sin ruido de fondo, interrumpo más o menos cada 10 minutos; con un buen ruido de fondo, la dedicación puede extenderse hasta  a 40 minutos.

Silvia Parque

sábado, 21 de septiembre de 2013

Descubrimientos sobre el trabajo y los errores

El trabajo sistemático evita errores.
El trabajo cuidadoso evita errores.
Si un error impide continuar con el trabajo, hay que tratar de resolverlo.
Si un error que impide continuar con el trabajo, no se deja resolver, hay que reconceptualizarlo.

Silvia Parque

viernes, 20 de septiembre de 2013

La lluvia que se disfruta, que se de detiene


Me gusta pensar que soy del desierto; en realidad soy tan urbana que siempre he sido de mi casa, pero sí pasaron años de mi vida sin que viera llover: por eso no le huyo a la lluvia: me dejo mojar, la disfruto. Me sorprendí hace poco caminando rápido, sintiendo frío, deseosa de los techos que me protegían del agua en el camino; será la edad o que no era mi mejor noche. Ahora llueve.

Dije afuera del consultorio de mi analista, hace días, que no había dejado de llover. Había montones de flores remojadas y ennegrecidas convertidas en basura sobre la calle y la banqueta. Ella señaló cómo en ese momento no llovía, y que toda la mañana no había llovido. No lo dijo, pero para más señas, seguía habiendo flores en el árbol del que habían caído las del piso, y aunque hubieran caído todas, el árbol [este árbol] estaba como si nada.

Los truenos cambian mi plan de salir por la noche. Creo que cuando queda claro que una depende de sí misma, se vuelve conservadora. Me consuelo pensando que con coche sí saldría.

Silvia Parque

Del dicho al hecho

Me convenzo a mí misma con palabras. Pero "hacer" tal vez cuente más que "decir".

He entendido mi mundo como construido, rodeado y lleno de palabras. Siempre reniego de que no se considere pensar, hablar, escribir, como "actos", pero ahora caigo en la importancia de todos los "actos" que no se refieren a palabras.

Se dice una cosa u otra, pero lo que se hace o no se hace tiene efectos en los que se va la vida. Será porque lo que se hace o lo que no se hace, "dice".

Silvia Parque

Cosas inesperadas ocurren

No tienen que ser enormes ni extraordinarias; pero a veces, también cosas casi increíbles ocurren. Puedes ir caminando, y de pronto, el excremento de un pájaro te ha caído en el hombro -deberías estar agradecido de que no haya caído en tu cabeza-. O puedes entrar a comprar un frappé moka, sentirte satisfecha de ti misma porque lo pides sin crema batida, y vivir una serie de actos que horas antes, minutos antes, o el instante anterior, no hubieras supuesto que vivirías.

Silvia Parque

jueves, 19 de septiembre de 2013

Zanahorias, apios y todo


Compro zanahorias empaquetadas para que estén ya lavadas y desinfectadas (de preferencia, también ralladas). Casi siempre dejo una parte de la bolsa para después y se echa a perder. Ayer llevé al trabajo una de estas bolsas de zanahorias, a un día de su fecha de caducidad. No creí necesario guardarlas en el refrigerador del área de comedor; las dejé esperando, llegó el final del día y ya era demasiado tarde: la caducidad se adelantó varias horas.

Me parece mal desperdiciar la comida y me molesta pensar que pagué por algo que no aproveché; pero no estoy en estos días para recriminaciones.

Hoy por la mañana, recibí una bolsa de apios que había encargado días atrás. Tenía complicado ir a comprarla yo misma. Más vale que no los deje envejecer.

Pensé que en todo es como con los vegetales: cuando algo se echa a perder no debe conservarse; es una pena si postergaste el momento de disfrutarlo o si no hiciste lo adecuado. Llegará otra cosa.

Silvia Parque

Hijas apestositas

Cuando las tortugas ya no caben en su acuario, no están cómodas, no pueden seguir creciendo y surge el riesgo de que sientan que la compañera es multitud y alguna ataque a la otra. El cambio de acuario debe ser responsablemente presupuestado y gestionado por la persona a cargo. La cuestión tendrá la importancia que determina el lugar de las tortugas en la vida de la familia (gran importancia en una familia compuesta por una persona + ellas); pero habrá de competir con otras cuestiones en la lista de pendientes, sobre todo porque implica una parte del presupuesto. Hasta que el agua empieza a ensuciarse tan rápido, que huele mal el mismo día que se ha colocado; entonces el cambio de acuario se convierte en prioridad.

Silvia Parque

La hora del comentario

Cuando se publica un comentario en un blog, no me he fijado si siempre, pero aparece la hora de la publicación. El horario corresponde a la zona horaria del país del blog. Es un viaje en el espacio-tiempo. Un poco con la confusión de cualquier viaje que hace un despistado, porque por ejemplo, en este blog, la hora está dos horas retrasada respecto a la hora real.

Silvia Parque

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Pan recién horneado

El aroma a pan recién horneado es de lo más rico que hay. Vale la pena detectar la hora en la que una panadería saca una camada de panes del horno. Nada más no es buena idea si se requiere moderación; mientras media esponja es suficiente para la cena cuando ya no está calientita, dejar media esponja calientita es una aberración.

Silvia Parque

Suenan las sirenas

Suenan sirenas. No podría asegurarlo, pero creo que es la sirena de una ambulancia -hago conciencia de la diferencia entre las sirenas de las patrullas de policías, los coches de bomberos y las ambulancias-.

De niña, cuando oía la sirena de una ambulancia, buscaba tocar algo rojo para que poner a salvo a mis seres queridos. No sé de dónde tomé la superstición; creo que de mi familia, no. A veces, todavía lo hago. 

Silvia Parque

Del año al año y medio en la vida de las tortugas

Cinco meses son considerables en la vida de una tortuga de orejas rojas. Más o menos entre el año y el año y medio de edad, mis tortugas se han convertido en los monstruos que llevaban en la mirada. A una le han crecido unas garras espectaculares. Interactúan diferente entre sí. Va quedando claro que ya no son crías.

Silvia Parque

martes, 17 de septiembre de 2013

Las tortugas

Ver a las tortugas es uno de los mayores placeres de mi vida doméstica. Verlas dormir es mi regalo de hoy.

A las tortugas se les quiere porque sí... en realidad, se les quiere porque se les cuida, porque gusta verlas, etc. Pero da la impresión de que se les quiere por nada, porque ellas ni caso del humano que ante la sociedad, es su dueño. 

Me dicen que sí reconocen a quien habitualmente las alimenta. En cualquier caso, no se alegran de que una haya llegado después del trabajo, ni van a subirse al regazo de una para ser achuchadas. Ellas a lo suyo. Y de todas formas, se convierten en parte de la familia. 

Silvia Parque

Es que yo no entiendo

Soy Silvia y soy literal.

Casi siempre es solamente una característica, pero a veces es un problema. Cuando hablo, digo las cosas con la mayor precisión que puedo; si no tengo la palabra justa, necesito usar varias para darle al mensaje, el color, tono y brillo que creo que necesita. Eso no es problema; la gente se acostumbra rápido.

El problema está cuando la cosa es al revés: yo entiendo literalmente lo que la otra persona dice y recibo nada más el mensaje en palabras, así haya información importante en  el cuadro completo de los gestos y la situación.

Con la palabra escrita es diferente. Pero hablando...

Silvia Parque

lunes, 16 de septiembre de 2013

El vecino padre de familia

Uno de los vecinos de abajo habla por teléfono con su familia, que vive en otro lugar.  No lo sé porque yo sea metiche -independientemente de que lo sea o no-, sino porque desde donde estoy y donde está, se oye todo; de hecho, no pongo atención, así que no sé lo que diga, pero oigo algunas palabras, y entiendo que habla a su casa. No es la primera vez que atestiguo su llamada semanal. También me tocó verlo tratar a su mujer y a sus hijas cuando vinieron de vacaciones. Por como vi que se porta con ellas, y por las cuatro o cinco frases que hemos intercambiado, siento que es una buena persona. No es físicamente atractivo -al menos para los estándares comunes-, y no parece tener dinero, ni dedicarse a algo especialmente interesante -quién sabe-; pero es un esposo y un papá que quiere a su familia. A lo mejor es lo mejor que puede tener un hombre.

Silvia Parque

Se siente en el cuerpo

A mí las cosas buenas y malas se me instalan en la panza; sobre todo las malas (me dejan una especie de náusea que da lata para comer). Las cosas tremendas las siento en el pecho. Las cosas de drama, entre los ojos. A veces, pasa algo que me recorre desde la panza hasta el espacio entre los ojos, y que me deja adolorida.

Recordar que somos cuerpo, recuerda también que somos finitos, y eso recuerda que si nosotros vamos nada más pasando, todo lo que nos pasa, también.

Silvia Parque

El regalo de anoche

En la noche del grito de independencia, el hombre con el que me casé declaró su independencia de mí. Gracias a que tengo meses viviendo sola y como ya hubo un año completo de lío hace años, no hay drama. Hay tristeza, claro: suficiente. Como es el mes de mi cumpleaños y cada día me regalo algo, ayer me regalé dejarlo ir, para recibir el regalo de libertad que la vida se empeña en darme.

Sé que Dios nos tiene listas las cosas más bonitas del mundo para el momento en que podamos asumirlas. ¿Y cómo habría de dejar de bendecir que el hombre que amo se dé lo que le hace falta? Aunque ahora me duela escucharlo, aprecio que diga que me quiere y las cosas sobre el futuro que no entiendo, pero que percibo que dice con amor. Me gustaría ser más madura o tener otros recursos, para no publicar esta intimidad, porque a él no le gusta que hable sobre él; pero hacerlo me ayuda a estar bien y confío en que ambos dispensamos lo que el otro está requiriendo hacer para estar bien.

Las personas nos necesitamos a nosotras mismas para poder acompañar a otra persona. Si quien me ha acompañado tiene la valentía de trabajar en rehacerse a sí mismo, el amor nada más puede decirle: "va, adelante, te apoyo", aunque me anuncie que tiene que hacerlo sin mí. Entretanto, la autoconservación también dirá sus cosas; por ejemplo: "a lo tuyo, sigue viviendo".

Silvia Parque

domingo, 15 de septiembre de 2013

Ni de aquí ni de allá, y sin casa

Supongo que si saliera de México, empezaría a sentirme "mexicana". Cuando me encontré fuera del lugar en el que nací y crecí, mi diferencia respecto a las personas del lugar al que llegué, me empezó a hacer sentir que yo era "de allá" -de donde vine-; pero la verdad es que estando allá, siempre me supe ajena y lejana... incluso ajena y lejana de mi familia -que difícil la tenía conmigo-. Para mí fue literalmente fundamental formar un hogar; hasta entonces encontré arraigo; unida con la persona que amo, tuve un espacio para ser yo misma y compartir un lenguaje vital, por más mal articulado que estuviera.

Hace años, entrando a la ciudad, todavía en la carretera, supe con qué claridad no era de aquí, ni de allá, sino de mi casa. Así que dejar esa "mi casa" pone la cosa interesante. Ha sido una oportunidad para aprender que mi primera casa la llevo conmigo, para valorar lo que no puedo disfrutar ahora y para trabajar en la disposición de darme un hogar, así sea sola.

No se me da el patriotismo. Si me interesan los problemas del país es porque siento aprecio por las personas que me rodean; es decir, le deseo lo bueno a las personas del mundo, pero más a las del lado del mundo en el que estoy; con esto de la virtualidad, eso empieza a dejar de definirse por una posición geográfica. Si comparto algunas causas es porque las considero justas o necesarias. Para mí se trata siempre de la gente. Soy leal a la persona con la que me casé; luego, al resto de mi familia; después a los amigos y los conocidos; eso no tiene relación con su nacionalidad o la mía.

Silvia Parque

Esperar un momento

Cada vez que actúo en el momento justo en el que estoy rebosante de un sentimiento negativo, me doy cuenta de que hubiera sido mejor esperar un poco. Nunca que haya esperado un poco, he sentido que hubiera sido mejor actuar inmediatamente. Al sentimiento hay que dejarlo ser, pero no hay que dejarlo que nos haga hacer por sí solo, al menos no en modo-arrebato.

El sentimiento guarda los secretos de lo que es mejor en todos los sentidos, porque es la verdad íntima de nuestro ser; pero el poder de ese secreto es demasiado grande para dejarlo suelto en bruto; es un regalo cifrado: descifrarlo es el camino que revela nuestra vocación identitaria; abrir su envoltura con torpeza, lo rompe, deja emborronado e ilegible el mensaje.

A veces, no obstante, explotar es necesario... aunque no lo fuera, es inevitable para todos los que no hemos alcanzado el nirvana. Los psicólogos dirían: "tener un desbordamiento emocional". En cierta forma es simplemente "hacer berrinche". Las diversas formas de explotar sirven si una vez que ocurrieron, nos sentimos aliviados; si el llanto, el reclamo o el pataleo se refuerzan a sí mismos, generando más sentimiento negativo, hay un problema mayor.

Pocas cosas tan de agradecer como la compañía tolerante que consuela y conforta en esos momentos, con la paciencia para mantenernos a la vista en el interés de que no nos hagamos daño, pero sin miedo a lo aparatoso de la explosión, y por tanto, sin pretender acotarla arbitrariamente. En la edad adulta, a veces toca ser esa compañía para nosotras mismas. Es una paradoja que suena a desdoblamiento, pero entre el alma y la mente hacen un equipo tan maravilloso, que es posible.

Silvia Parque

El tiempo ocupado

Si para algo resulta útil el calendario es para notar cuánto tiempo ha ocupado algo. El tiempo ocupado es destino.

Cada amanecer cumple al sobreviviente, la fantasía de volver a empezar; permite que la conciencia haga apropiación del tiempo, que se lo tribute al alma: que cambie el destino.

Silvia Parque

sábado, 14 de septiembre de 2013

Hacer la excepción y los despistados impresentables

Haciendo que se aplique una normativa impopular en la universidad, me ha tocado escuchar últimamente, variedades más o menos explícitas de: "¿puede hacer una excepción?", que a veces se acompañan de un acusativo: "pero si quisiera, podría". No lo creen, pero es irrelevante lo que yo quiera: hay criterios establecidos que marcan cuándo se hacen excepciones y qué clase de excepciones. Se me da mal subordinarme, pero para estas cosas es una bendición: si tengo duda, consulto con mi jefa; si la persona se niega a aceptar la aplicación de la norma, le envío con mi jefa.

Comprendo el agobio y la frustración que causan algunos anuncios que doy; lamento las dificultades que traen aparejadas. Me toca ser amable, aunque llegado un punto, me canso; eso es problema mío, y hago lo humanamente posible porque no afecte la forma en que trato a los estudiantes. Que sean educados, ayuda mucho; que no sean educados, entorpece... Ayer llegó una joven a dar la instrucción a mi compañera de que hiciera X cosa que de hecho, mi compañera iba a hacer. Pero sucede que la joven no tiene autoridad para dar instrucciones, y a mí, de por sí suele entrarme la necesidad de poner en su lugar a los despistados que se olvidan de que, al menos ahí son universitarios, y no mimados impresentables.

Silvia Parque

Matar insectos

No tengo problema con matar insectos. No me gusta, tampoco. A casi cualquier bicho con el que no pueda compartir el espacio y que no sea una cucaracha, lo recojo y lo saco. A las moscas y a los mosquitos, casi siempre les doy primero la oportunidad de irse. Si es necesario: mato. Lo necesario, evidentemente, se refiere a mis necesidades. Trato de que sea rápido. Pero tengo claro que los insectos no tienen un sistema nervioso central que les permita "sufrir" como lo entendemos en el mundo humano.

No sé si hay mucha sensiblería rondando estos temas -como otros-, nada más por la ignorancia respecto a los atributos de la vida-nivel-insecto o si se trata de una epidémica venda en los ojos que sirve para que las personas llenen la dosis de bondad que requiere su autopercepción, como cuota para no implicarse, ya no digamos en los problemas sociales, sino en el sufrimiento humano.

Una persona occidental, demasiado enternecida por la vida o muerte de una hormiga, ¿cómo puede vivir en un mundo con trata de personas y guerra? ¿Le quedará claro que la hormiga no tiene experiencia identitaria? Yo no voy por ahí destruyendo hormigueros, que por cierto, me parecen estupendos y respetables. De hecho, mis creencias me hacen encomendar a Dios mi decisión de matar cualquier cosa -es automático, no hay un gran ritual para ello-.

Estoy criticando el comportamiento sandio, expresión de superficialidad, que subyace lo mismo al duelo por la araña, que a la indignación por la muerte de escolares norteamericanos, en el mismo momento en que mueren sin publicidad niños de otra parte del mundo.Es humano y supongo que bueno, enternecernos por el dolor y la muerte, o por las figuras o formas que asociamos con el dolor y la muerte; sin embargo, creo que la sensiblería adormece el verdadero sentimiento de empatía.

Silvia Parque

viernes, 13 de septiembre de 2013

La presencia

A mí me gustan mucho las presencias normales, cotidianas: ver los colores que elegí para la figura de sol que iluminé; llenarme del aroma de shampoo cuando me suelto el cabello; sentir el sol cuando no es intrusivo, o el aire que mueve las vibras de la habitación. Pero lo que más me gusta es la presencia que elegí para acompañar mi vida. Así que aunque muchas cosas me gustan todos los días, siempre lamento un poco la falta de esa presencia.

Silvia Parque

Veo pasar tweets...

Veo pasar tweets entre que llega la hora del ultimátum que se dio a los manifestantes que ocupan el Zócalo de la ciudad de México. [En mi mente: "Cuando todo se ha desencadenado", que escribió Kimball hace años, sobre alguna cosa que pasó hace años, igual que las cosas que pasan siempre, en algunos momentos más consecutiva o vistosamente que en otros.] Escribo en medio de un ajetreo cercano al mini-caos, en el Departamento de esta institución pública, en un pequeño espacio de tiempo en el que mi parte en los procesos está trabada hasta que pueda reunirme con el equipo que, para más señas, sí se está moviendo. Ellas son resolutivas. Yo no. Al menos no naturalmente. Yo pienso en qué tan igual es la protesta de hoy a tantas protestas, qué tanto sirve como paliativo para que no "pase algo más grande"... en qué persona adulta está realmente queriendo que "pase algo más grande"... qué tan necesario es que un día pase... gracias a qué o a quiénes ocurriría, y para qué. Por un momento supongo que no hay para qués que valgan la pena del daño. Pero siempre hay por qués, que son otra cosa y no fallan.

Silvia Parque

jueves, 12 de septiembre de 2013

La hora del recreo

Los niños decían: "pelirrojo mala suerte", y tocaban a cualquier otro niño mientras salían corriendo en huida del pelirrojo. A veces formaban una monstruosa red que repetía la cantaleta de: "el que no se quite se lo lleva la corriente". Y muy seguido, una de sus pelotas llegaba justo a mi cabeza. En realidad no muy seguido, pero más veces de las que habría sido normal... tal vez tres veces, pero no puede ser normal.

Los minutos pasaban lentísimo, sin el consuelo de la cuenta de cuántos se habían ido, porque no tenía reloj. Me quedaba cerca de un árbol; le daba vueltas. No sé por qué no leía.

Pero hice amigos; crecí. El recreo mejoró con el tiempo.

Silvia Parque

Una de esas entradas que no debían publicarse

Tanto que se habla mal de él, y qué bonito, qué agradable, qué paz como en olas arropaditas entre las cobijas con abrazo y canciones bonitas en una cama de agua bajo la cascada artificial del complejo de albercas en el que pasé mis vacaciones con trece años. Qué parecido es a revolver la adolescencia, la niñez y la edad adulta, en la clara convicción de sonreír desde el fondo del fondo del alma, con seguridad de todo excepto de qué va a pasar con el siguiente paso.

Así es como una tiene que hacerse las preguntas cruciales de la existencia: en estado de ebriedad.

Silvia Parque

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Primer día de ejercicio: segunda vez

Se necesitan 21 días para formar un hábito. Tendré tantos "primer día de ejercicio"como sean necesarios, hasta que un "día 1" vaya seguido de otros 20 días. Entonces, sin pensarlo, habrá día 22, 23, etc.

En este segundo intento de primer día, el cuerpo me ha sorprendido gratamente, pidiendo que me moviera.

Soy una convencida de que el cuerpo sabe exactamente lo que necesita. Otra cosa es estar en condiciones para escucharlo y hacer lo que pide. Las condiciones se van creando poco a poco; mientras no haya un hábito, cualquier cosa que altere el horario planeado o la disposición de ánimo, deja "sin condiciones" para hacer lo que queremos hacer. Por eso hay que llegar al día 21.

Silvia Parque

Un recordar que es mirar y reír


Para alegrar el día: pop comercialote de los años ochenta, ver la ropa y los peinados en los videos.

La letra de las canciones es más o menos lo mismo que hubo antes y después: iteración, frases hechas, perlitas de tres tipos: las de novela de Corín Tellado, las de libro de autoayuda, y las que en otro contexto sabrían a gotita de poesía.


Silvia Parque

martes, 10 de septiembre de 2013

Silvia y las cosas

Soy animista: creo que las cosas tienen vida propia: conciencia, memoria y afectos; hablo con ellas. Considero que su vocación es ser lo que son.

Por otra parte, si una cosa vino a mí a través de una persona, suele quedarse asociada a esa persona. Así que cuando tuve un novio que se convirtió en ex-novio, terminar la relación requería tirar las cosas que habían venido de él. No puedo conservar recordatorios de lo que no quiero tener presente.

Si me deshago de cosas, les agradezco y me despido. En algún momento, sintiéndome muy mal, tuve necesidad de destruir objetos -mucha necesidad y muchos objetos-; lastimosamente, no estaba yo para pedir permisos ni disculpas, pero en mi cosmología animista, los objetos comprenden las limitaciones humanas, así que no pasa nada. Las cosas testigos quedaron asustadas, pero luego se tranquilizaron.

Silvia Parque

Cuadro cotidiano de ansiedad

La ansiedad discapacita para situarse en el tiempo fluido; hace que la vida pase de un evento a otro del modo en que da saltitos el segundero del reloj.

Vivir entre saltitos, a veces provoca escenas dramaticas hasta lo grotesco, pero con mayor frecuencia no es más que un peligroso cuadro cotidiano; por ejemplo:

Recibes una llamada de alguien que te pregunta si la reunión que tendrán al día siguiente ha sido cancelada; tiene motivos para suponer que así es, y te corresponde confirmárselo. Le dices que llamarás a la persona con quien debes verificarlo. Esa persona no contesta. Envías un correo electrónico. Sabes que la persona se comunicará. Cuando se comunique, llamarás a la persona que te llamó, para preguntar por la supuesta cancelación. Vuelves a intentar llamar... La cadena de actos, las posibilidades que se desprenden, forman una red donde quedas atrapada y eventualmente, retorciéndote. Todo lo demás queda suspendido hasta que se resuelva el asunto.

Esperar y tomar decisiones, incluso sobre algo neutral o sobre algo bueno, se puede hacer realmente difícil.

Silvia Parque

No acorralar


Una de las cosas que las personas tenemos en común con los gatos es que cuando nos sentimos acorraladas, atacamos o al menos, nos ponemos a la defensiva, listas para atacar.

Hay que dejar al otro la posibilidad de una salida, a menos que estemos buscando la confrontación directa y que estemos dispuestos a que tal confrontación termine en la destrucción -real o simbólica-, de una u otra de las partes. 

Silvia Parque

lunes, 9 de septiembre de 2013

Primero la preferencia

Creo que cuando las personas llegan a plantearse la idea de dedicarse a lo que prefieren hacer, muchas veces concluyen que no tienen la posibilidad de hacerlo, porque no saben cómo hacer de eso que prefieren, algo económicamente redituable. En ese sentido, se trata sobre todo -no únicamente- de una cuestión de creatividad. Sin embargo, muchas veces también, detrás de la conclusión en relación con la economía, hay miedo a perder el estatus o la aprobación.

A mí, como a otras tantas personas de mi generación, me dijeron: "si quieres ser barrendera está bien, pero sé la mejor barrendera". No obstante, del dicho al hecho... hay indirectas, comparaciones, consejos hiper-repetidos, falta de apoyo, etc. En mi casa realmente no habría habido problema si yo hubiera elegido lo que fuera; pero veo que en otras casas, la elección vocacional estuvo muy lejos de ser una decisión personal, tomada libremente, sin coerción. Luego está la parte de "ser la mejor". [¿Y si una no quiere ser la mejor?] Dedicarse a lo que una quiere, a veces implica salir de la carrera del reconocimiento y el estatus; eso, a su vez, muchas veces es moverse de entre las piernas de mamá o papá.

Silvia Parque

Derecho a la información basada en el conocimiento científico

El 4 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Salud Sexual, lo cual sirve de marco para difundir los derechos en torno a las cuestiones sexuales. Uno de los derechos antes no explicitados, es el derecho a la información basada en el conocimiento científico.

La Ciencia -incluso con mayúscula-  no es neutral, aunque eso sea lo que se aprenda hasta el nivel de educación media-superior. Sí es objetiva, pero la visión que la mayor parte de la gente tiene de lo que es "objetivo", es más romántica que otra cosa. De cualquier modo, el conocimiento científico es a lo que nuestra cultura le apuesta como el conocimiento apropiado para fundamentar las convenciones públicas sobre "lo que es" y "lo que no es".

Conocer la información científica en torno a los temas de la salud sexual, es uno de los elementos que nos permite tomar decisiones conscientes en este ámbito. Los niños y los jóvenes tienen derecho a que la información que es parte de su educación sexual, provenga de fuentes con validez científica. Eso no excluye otras fuentes de información; pero es necesario que los educadores hagan la diferencia: "esto viene de mi opinión personal, esto viene del dogma religioso, esto viene de la tradición popular, esto viene de la ciencia".

Silvia Parque

La junta de los lunes

Donde trabajo hay algo llamado "la junta de los lunes". Usualmente se presenta mi jefa. En su ausencia, hoy fui yo.

Amén de las cuestiones laborales, "la junta" es ocasión de las más variadas expresiones de personalidad y el momento de alianzas y señalamientos. Necesidades egoicas, sentimientos y sensaciones -incluyéndome, si estoy participando- se escapan en los gestos, en la elección de las palabras, en los movimientos.

Siempre es muy interesante.

Silvia Parque 

domingo, 8 de septiembre de 2013

Dormir a las doce

Me preparo para irme a dormir a las doce.

Cuando a los niños no se les habitúa con naturalidad y desde siempre, a lo que los adultos de su casa consideran más adecuado, luego será difícil que cambien de hábitos; van a resistirse.

Con los adultos es peor. En el caso de los niños, la persona adulta a cargo tiene que soportar berrinches y regateos para sostenerse en lo que considera adecuado. Pero cuando una está a cargo de una misma, enfrenta berrinches -que los hay- y regateos de mucha mayor calidad. ¿Cómo no desvelarme, por ejemplo, si estoy leyendo un libro buenísimo, que es justo lo que necesitaba para sentirme bien?

Siendo las doce con un minuto, publico, y voy a la cama.

Silvia Parque

No lavo las manzanas


Como no tiendo a buscar los vegetales, aprecio mucho a las frutas y a las verduras a las que les encuentro el gusto. Cuento siempre con que disfrutaré las manzanas amarillas. He podido corroborar que su sabor es diferente al de las manzanas rojas y al de las manzanas verdes. Prefiero las de mi tierra, pero las manzanas queretanas están muy bien, y las michoacanas no están nada mal.

No sé si las verduras tienen más bichos que las frutas, pero algo en mí interior piensa que sí, porque desinfecto las verduras y a las frutas apenas las lavo por encimita. Excepto a las manzanas. Creo que las manzanas son tan buenas, que no las lavo.

Silvia Parque

Una taza de café

Mucho hay que disfrutarle a la preparación del café, en cafetera eléctrica o sobre la estufa. Yo también disfruto la vulgaridad del café instantáneo, y de su preparación. Hay algunos de gran calidad, que huelen muy bien -en mi casa, cuando era niña, era la gran cosa cuando había Toaster's Choice, con sus colores dorados-.

Se vacía el agua muy caliente, provocando el ruido del chorrito topando con el material de la taza, y luego del agua consigo misma. Se decide qué tanto de agua, lo cual implica un diseño interior específico -se ve mal una taza rebosante-. Siguen los ruiditos que harán el azúcar y el café; primero el azúcar para que endulce bien -como al hacer limonada-. 

A veces, los granitos de café hacen circulitos de colores antes de oscurecer parejo toda el agua. A veces tardan en hundirse. Si se trata de algún polvo contemporáneo para hacer café de sabores -capuccino, moka...-, es más sencillo, pero no deja de tener su gracia. Casi siempre va el polvo primero, y una puede disfrutar del charquito de barro que se forma cuando le cae el agua encima, y de ver cómo se va disolviendo...

Silvia Parque

sábado, 7 de septiembre de 2013

Pasión

Estoy junto a una mujer apasionada de su trabajo, encargándose en noche de sábado, de que todo esté bien con la producción de partes automotrices. A propósito de la más pequeña de la casa, que está en medio de decisiones vocacionales, hablamos de la posibilidad de dedicarnos a lo que amamos. Quiero esa pasión que sé bien donde está...

Silvia Parque

Miedito

Estoy en el primer piso de un hotel. Cuando era niña, habría dicho que estaba en el segundo piso, pero aprendí que a nivel del pavimento es "planta baja", y que el piso al que se llega, al subir la escalera, es el primer piso. Pero aquí no hay escalera. En realidad sí, pero es una escalera de servicio que no sé a dónde dará, y después de haber visto El Resplandor, una no se mete a lugares que no se sabe a dónde llegarán.

Voy a la máquina expendedora a ver si puedo conseguir un café. Descubriría que no tiene cafés pero en el primer intento, no pude llegar a la máquina porque tendría que haber usado el elevador, y no subo ni bajo sola en elevador. Me da miedo. No tengo fobia; he usado el elevador sola, pero lo evito mientras pueda. También me dan miedo los puentes peatonales metálicos.

Silvia Parque

Porque no pude

Llegué al límite de tiempo para titularme, y estoy a la mitad del trámite. Corresponde pedir una extensión del plazo, que podría ser hasta de un año, aunque solamente necesito unos meses. Debo escribir una carta que explique por qué no me he titulado. Se entiende que la explicación ha de justificar que no lo haya hecho. Pero no hay algo que lo justifique. En cuanto a lo económico: el dinero sí jugó un papel en el asunto, pero no determinante. A lo mejor de forma indirecta porque es difícil ocuparse de terminar la tesis y hacer trámites mientras una trabaja... y mientras una trabaja y hace malabares con lo que gana. Pero la tesis debí haberla terminado en el curso de la Maestría, y casi todo el mundo debe hacer trámites aunque trabaje -y lo hace-. Todo son pretextos. Lo decente es decir que simplemente no lo hice, y punto; que lamento ser un punto malo en sus estadísticas. Pero haré una carta convincente, porque así necesitan que sea y necesito que funcione.

En lo privado, sé que tuve complicaciones "psíquicas". Un día haré un grupo de apoyo para pasantes que se resisten a dar el paso.

Silvia Parque

viernes, 6 de septiembre de 2013

Ahora estoy distante

Van a cumplirse cinco meses de que vivo sola. Primero monté un campamento en el primer sitio donde pude meterme. Luego me instalé en una habitación cómoda, en un lugar que me resulta conveniente. Pasaron dos o tres semanas sin que viera a mi marido. Hablar con la persona con la que has vivido más de diez años es diferente cuando no estás viviendo con esa persona. La tarde en que volvimos a vernos, entre otras cosas, dijimos que nos amamos. Siempre lo hemos dicho. A él no le gusta que hable sobre él, pero últimamente no lee el blog, así que para cuando se moleste ya habrá llovido y se habrá secado el piso.

Fuimos viéndonos cada vez más y empecé a disfrutar un grado de romance y amabilidad que me enamoró de un modo en que no me había ocurrido antes. No nos separamos peleados, al contrario; la última tarde que pasé en la casa -viviendo ahí- fue especialmente dulce: tan dulce como dolorosa. La cosa fue que yo creía que pasábamos por un buen momento; pero fui queriendo "más": palabras, actos... un hijo; resultó que a él no le parecía que pasáramos por tan buen momento; puestas las cartas sobre la mesa, concluí que por salud mental, sería bueno irme. Hace unos años tuvimos una gran crisis en la que fantasee mucho con irme. Hice realidad la vieja fantasía.

Curándome en salud, dejé claro que no me separaba de él: que me iba a otro sitio para que pudiéramos trabajar en cuestiones personales, porque no era capaz -yo- de estar junto a él en las condiciones en las que él podía estar. Cinco meses después entiendo que no podía soportar la palabra en ese momento, pero que lo que hicimos fue separarnos. Tuvo la cortesía, cuando fue necesario, de dejar claro que se considera casado y que soy su esposa. Pero hace unos días tuvo un lapsus. No menciono la frase que se le escapó, porque trato de medio respetar la parte suya de esta historia que él no querría publicada; pero el caso es que puedo notar que el ciclo de separarnos para pensar-replantear, etc., no puede dar mucho más de sí. O para un lado o para el otro, pero toca dar un paso.

Encontrarme sola fue muy difícil. Las primeras semanas fueron terribles; sin embargo, tienen de bueno que  me hicieron valorar la amistad. A lo largo de los siguientes meses, reencontrar al hombre que amo ha sido extraordinario; no me queda claro que a él también le pase algo así, pero bueno... llegamos al día en que dijimos que hablaríamos sobre qué iba a pasar.

Planeamos volver a estar juntos y nos dijimos cómo nos gustaría que fuera. Desde entonces estuvimos cada vez más cerca, literal y metafóricamente. Se fueron presentando situaciones motivo de roce y reaccionamos bien. Todo pintaba bonito y me alteré. Me convertí, espero que temporalmente, en Silvia Sensible. Me di cuenta de que soy yo quien busca la casa para mudarnos: él comenta, pregunta; pero porque yo saco el tema -¡él no saca el tema!- Es cariñoso, pero si estoy triste, me consuela poco. Si estoy enojada, apenas lo soporta. Y de pronto me enojé por una lista de cosas que vinieron del pasado a molestarme. Sería fácil si yo pudiera reclamarle y él me pidiera perdón de rodillas, llorando a moco tendido y jurando que me ama como nadie más podría amar a nadie. Pero no va a hacer eso, así que no es fácil.

Ahora estoy distante. En este párrafo me parece que le comprendo y quisiera haber sido un apoyo hace un momento, que nos vimos. Al mismo tiempo me siento ofendida porque no compensa mis inseguridades con los arrebatos de amor que de todas formas no acabarían con mis inseguridades.

Pienso "¿le llamo?" "¿no le llamo?", y me molesto porque siempre llamo yo; luego recuerdo que en realidad no "siempre llamo yo" y que me ama. Tal vez no se trata de eso: tal vez es que me duele que no esté en condiciones de hacer conmigo un plan para mudarnos. ¿Por qué habría de hacerlo yo sola? Es cosa de dos. Me doy cuenta de que empiezo a dar vueltas. Me detengo.

Silvia Parque

jueves, 5 de septiembre de 2013

Disculpe: no es usted excepcional

Me toca hacer que se haga algo que implica hacer que se cumplan unos lineamientos que a muchos no les gustan. Me toca tratar de persuadir a los implicados de que eso que no les gusta, es bueno. Mi opinión sobre "eso" no tiene importancia; me toca hacer las dos cosas mencionadas.

Hoy un estudiante trató arduamente de convencerme de realizar una excepción con él. Traté de convencerlo -yo no arduamente-, de que no había algo excepcional en su caso. Con un poco de buena voluntad, encontraremos en la mayor parte de los casos, motivos para desear que la persona no deba someterse a algo que no le gusta; pero la motivación para el deseo no es justificación que dé sustento a la excepción.

Silvia Parque

Pa' todo mal...

Andaba yo tristeando porque la derecha no está a la izquierda, probablemente como efecto de una revuelta hormonal que me sorprendió con noticias de ningún interés para el apreciable lector, cuando se acercó la hora de mi clase de teatro, a la que no pude volver cuando inició el curso, hace como un mes. "Estoy muy cansada", pensé. "No tengo ánimo", observé. "Quisiera llorar con canciones patéticas", continué pensando. Pero fui. La pasé genial, como siempre, y después de la clase, algunos fuimos a tomar algo. Mi "algo" fue una campiña en una ollita de barro: toronja, naranja, lima, sal de gusano, creo que alguna otra cosa, y mezcal. Qué delicia y qué alegría, casi me duele la cara de reírme. El mayor mérito lo tiene la agradable compañía, pero el mezcal jugó también su papel. No era mi primera vez con la campiña, pero no había tenido ocasión de probar sus propiedades curativas. Puedo atestiguar que es cierto: "Para todo mal: mezcal..."

Silvia Parque

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El día 4

Este iba a ser el día 4 de ejercicio, y no será ni día 2. Por eso mañana se convertirá en otro día 1.

Para quienes acaben de fallar en la dieta, de flaquear en el ejercicio, de olvidar una cita importante: ¡ánimo! Se puede volver a empezar. El compromiso es con una misma, y quién mejor que una misma para comprender-se, dejar pasar, y crear otra oportunidad.

Silvia Parque

A quien corresponda

Una vez encontrada la pregunta correcta, hay que encontrar el destinatario que corresponde. Si una mamá quiere saber por qué su niño de cuatro años ha hecho una barrabasada, no tiene caso preguntárselo a él. Tocará preguntarle cómo se siente, qué piensa de lo que ha hecho, pero no "por qué" lo ha hecho. En cambio si una mujer quiere saber si se ve bonita, no servirá preguntárselo a nadie más que a sí misma; si le responden que sí o que no, no podrá creer más que lo que se haya respondido a sí misma. Ya si quiere saber si resulta atractiva para su pareja, entonces toca preguntarle a la pareja.

A veces hacemos a simples mortales, preguntas imposibles: "¿por qué no me quieres?" "¿qué es lo mejor?"

Silvia Parque

Cuando el día va mal

Hoy cometí un error en una tarea en la que había cometido un error ayer, lo que provoca que necesite hacer por tercera ocasión la misma cosa. No tuve a tiempo unos papeles que debía entregar a quien me haría el favor de hacer un  par de trámites. Y con el humor no precisamente alegre, una interacción que pudo ser cualquier cosa, me hizo sentir impulsada a exponer algunos "malestares" que traía guardados. A veces, el día va mal.

"¿Andas llorona, verdad?", me dijo el hombre, en el máximo nivel de tolerancia empática del que es capaz. Cuando el día va mal, lo primero que hay que hacer es reconocer de qué lado está jugando el cuerpo: ¿cansancio? ¿hambre? ¿hormonas de parranda o en guerra? Somos animales. También reaccionamos a la falta de ventilación, de iluminación, etc. Reconocer qué está pasando, tranquiliza y trae a la conciencia que la situación -como todas las situaciones- es transitoria. 

Reconocer lo que pasa por la mente y lo que se escurre entre los afectos, puede ser mucho más complejo, y si el día está yendo mal, no estará una para introspecciones profundas. Pero sí se puede saber: "esto es tristeza y tiene que ver con tal cosa" o "esto es enojo y está ligado a lo que representa tal figura". Una vez hechos los reconocimientos, hay que situarse decidida y claramente del lado de una misma; nada de neutralidad. No importa si una está siendo irracional -aunque es útil reconocer que se está siendo irracional-, no importa si es penoso, patético o injusto: los sentimientos no necesitan justificación ni permiso: son los que son, y nos corresponde comprendernos, consolarnos, apapacharnos y consolarnos por ellos, muchísimo más si no hay otra persona dispuesta a hacerlo.

Así que si el día va mal: va mal. Que haya momentos malos es el precio que pagamos por nuestro libre albedrío. Si una se siente con disposición a buscar alegría, qué bueno; pero si no, bastaría con dejar ser a lo bueno que aparece entre lo malo: si una persona nos sonríe, si cualquier cosa buena se asoma -como que el vecino de arriba suba una canción a su muro de Facebook-: hay que dejarla asomarse. Tal vez una esté en condiciones de recuperar el bienestar. De ser ese el caso, hay que salir del hoyo sin tapujos ni deudas. Al menos yo, durante mucho tiempo, si me había sentido mal, me sentía entre apenada y avergonzada de sentirme bien, como si debiera pagar la culpa de haber estado triste o ansiosa, con un periodo transitorio de semi-tristeza o de desasosiego en el que iría ganándome el bienestar. 

También hay días en que una no está en condiciones de recuperar el bienestar. Suele ser cuando el día va mal en medio de una temporada que toda ella no va bien. Sucede; a unos más que a otros; en unos años más que en otros. Convendría simplemente, si se puede, evitar machacarnos con recriminaciones, búsqueda de explicaciones o inventarios de pérdidas. Dejar que sea lo que está siendo, sin alimentarlo ni apurarlo, dejando que pase, en los dos sentidos de "pasar": ocurrir y transitar.

Silvia Parque 

martes, 3 de septiembre de 2013

Planeando las vacaciones

Ya se sabe que una parte importante del disfrute de los viajes vacacionales, está en planear y recordar. Lo bueno de la planeación es que no necesita de la existencia previa de las vacaciones, así que puede empezar en cualquier momento y sin más recurso que la voluntad.

La planeación inicia con la ensoñación, y sigue con la imaginación. La primera podría asociarse con la frase  "y si...", que aparece antes de decidir que efectivamente, habrá viaje de vacaciones: "¿y si fuéramos a...?", "¿y si nos fuéramos en...? Luego se le ponen imágenes a las preguntas y a las respuestas: cualquier imagen, la que a una más le guste. No hay por qué ajustarse a parámetros, al contrario: hay que dejar a la intuición ser guiada por el deseo: así se define el color y el tono vacacional.

Silvia Parque

Entrañables primeros escarceos

Los adolescentes piensan mucho en sexo, como corresponde al hecho de que la revolución hormonal en sus cuerpos, los llena de sexo -por decirlo de algún modo-. Cuando mis amigas y yo cursábamos la secundaria, no éramos la excepción. Cada cual habrá hecho, por su cuenta, sus cositas; yo recuerdo una escena en la que fui doblando centímetro a centímetro mi falda escolar, para mostrar no sé qué que no tenía sentido, a mi amor platónico de muchos años. Pero también estaba lo que llamo "escarceos colectivos".

Han sido negados por alguna, olvidados por alguna otra, pero yo los recuerdo bien. Empezaron con dejar que los XY nos arrebataran algo y salieran corriendo, tras lo cual había que gestionar la recuperación del objeto en cuestión, a menudo sustrayendo algo de alguna de sus mochilas. Aunque el nivel de contacto era "0", a menudo las manos de un "él" jalaban la bolsita de lápices para un lado, mientras las manos de una "ella" jalaban la misma bolsita de lápices para el lado opuesto, con la cercanía entre los cuerpos que eso requiere, y la excitación  física que eso produce. Para el ciclo escolar siguiente, algunas evolucionamos al nivel de contacto "0.5", dejando que Fulano o Perengano nos molestaran con un apretón en el chamorro al que llamaban "mordida de burro", o estirando la parte de atrás del brassiere para que al soltarlo nos azotara, tras lo cual seguía un acto de indignación y protesta, de ese modo pueril que permite que el Fulano o el Perengano lo vuelva a hacer. Esto último no me salía bien, porque yo no me indignaba ni protestaba -lo que hubiera aumentado las cuitas de mi pobre abuela, de haberse enterado de algo-.

Silvia Parque

lunes, 2 de septiembre de 2013

El agua muy caliente puede ser muy mala para el cuero cabelludo

Buscando recuperar la humectación de mi cabello y reducir la caída, cambié mi shampoo de marca conocida, por uno de producción local, de chile. La cosa iba bien hasta que algo volvió loco al calentador, o a las llaves de agua de la regadera -o no sé a qué-, y ayer el agua salió calientísima: caliente en grado quemadura.

Sobreviví, continué con mi vida, llegué a la noche siguiente, y ahora noto el daño: aguda resequedad me hace rascarme la cabeza, mucho rascarme la cabeza hace que la mano salga de la mata con cabellitos y que las puntas se maltraten. Así que a empezar otra vez el proceso "cabello bonito".

Silvia Parque

Niños "elocuentes"


No aplaudo los apasionados discursos de niños o niñas tratando temas que no son propios de su edad. Hace poco fue viral un video donde un niño pequeño exponía su postura de no matar ningún animal para comer. Acabo de ver un video con una niña mayor arengando contra un político. Me parece mal, para empezar, que los niños sean tan mostrados -en el tenor de la "exhibición"-. Además, ¿de verdad alguien cree que son discursos de ellos?

No digo que los niños sean muñecos de ventrílocuo. En el caso del niño pequeño compungido por los pobres animalitos que mueren para alimentar seres humanos: está verdaderamente compungido. En el caso de la niña mayor, claro que creo que pueda armar una arenga por sí misma. Pero el hilo argumental, en ambos casos, no creo que les sea propio y me parece molesto que se presente como si lo fuera, como tratando de decir: "a esto llega una personita con sensibilidad", "está tan claro que hasta un niñito puede entenderlo", "sin prejuicios, todos llegaríamos a esta conclusión".

Silvia Parque

domingo, 1 de septiembre de 2013

Hablar en público

A veces hablo en público. No a cada rato ni a grandes audiencias. Gracias a que he sido docente, no siento miedo cuando voy a hacerlo; pero tampoco es como dar una clase, así que a la mera hora, mi voz no tiene la proyección que desearía y me descubro en actitud defensiva.

Para mucha gente, hablar en público es imposible. Para otros es cualquier cosa. Yo creo que la práctica hace al maestro; pero lo que puede ser un camino largo de experiencia tras experiencia, se puede abreviar aprendiendo de quien sepa hacerlo bien.

Silvia Parque

Ejercicio: día 1

Hoy me obsequié veinte minutos de ejercicio -cronometrados-.

Vuelvo a hacer ejercicio porque le hace falta a mi figura, a mi circulación, a mi digestión y a mi nivel de energía. Además, aunque poco, ya se me antojaba. Me gustaría ir al gimnasio, pero no tiene caso ir sin condición física y con el alto riesgo de abandonar la misión a la segunda semana.

El ejercicio revitaliza. A mi cuerpo le hace sentir que está bien sostenido por sí mismo, que tiene fuerza para moverse, y que es... algo así como "ligero". 

Como sucede con cualquier hábito, es necesario hacerlo posible para las condiciones de vida que se tienen, y no para unas ideales o imaginarias. Traté durante un par de meses de hacer ejercicio por la mañana, pero por la mañana quiero con demasiadas ganas, unos minutos más de sueño. Si lo dejo para la noche estoy muy cansada, o algo se atraviesa y lo impide.

Hago nada más algo de calistenia y abdominales. Para mí lo aeróbico siempre fue un sufrimiento, y hace como un año tuve la confirmación médica de que no estoy hecha para eso. Después, dentro de unos meses, podría volver a nadar, o probar con uno de esos tipos de yoga en los que dicen que sudas como si hubieras corrido bajo el sol. 

Por lo pronto, como estrategia para motivarme, iré publicando cuántos días cumplo con mi propósito de movimiento.

Silvia Parque