Creo que pasa una de dos cosas: desistimos al no ver una señal de que vamos por buen camino, casi siempre porque somos incapaces de reconocer las señales -que a veces son, simplemente, las sensaciones de estar en lo que corresponde-; o bien, aminoramos el esfuerzo ante las señales de que vamos por buen camino, y se detiene el avance.
A mí los caminos me gustan mucho. Me dan condiciones para pensar, y pensar es lo que más me gusta. Pero si se junta ese gusto con un poco de turbamiento y un poco de pereza, el camino atrapa, y una se queda nada más yendo, sin ir a algún lado -como la astronauta de Gravedad, que nada más conducía-.
Silvia Parque
Cuesta no dejar los proyectos. La pereza es uno de mis peores vicios. Un beso.
ResponderEliminarTú y yo nos comprendemos bien en eso, creo.
EliminarUn beso, Susana.
Luego está eso del Viaje a Ítaca, donde al final se aprende que el objetivo no era Ítaca, sino el propio camino y lo que se aprende en él, nada más "yendo" muchas veces, e incluso dando vueltas sin sentido.
ResponderEliminarBesitos
Sí que sí... a ver si esta vez termino de leer La Odisea.
Eliminar¡¡Besos!!